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expresso -doble- en un vaso de unicel. cuatro cucharadas -soperas- de azúcar.

cómo me gusta quemarme los labios con café. sobre todo en tardes como ésta, en que el frío se lleva por dentro, en que la nieve cae desde un párpado nublado.

tengo todos los vidrios molidos de un gran choque, todas las mariposas disecadas en la espera.

mis dedos cuelgan marchitos de la mano

y aun así me resisto a soltar la resortera.

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