no hay luz. decidimos trasladar la pequeña reunión al patio, bajo las nubes que hacen menos obscura la noche. greta se despide, y alex sale con ella para acompañarla a tomar un taxi. me quedo conversando con chava, el mou, el papas y mongus.
ha pasado un largo rato desde entonces, y cuando estoy enfrascada con el papas en una conversación acerca de que tengo la manía de no devolver los encendedores ajenos, escuchamos que alguien toca el portón de metal.
– está (ponga usted aquí el nombre que quiera darme)? soy delma, me urge hablar con ella. acaban de asaltar a su novio acá afuera.
me pongo helada. iluminándome con la brasa del cigarro encendido, camino temblando hasta la puerta.
– se lo acaba de llevar una ambulancia, está muy malito. si quieres te llevo al hospital.
salimos. esa calle de ciudad juárez me golpea con un olor a sangre nueva.
– estaba con una chava intentando parar un taxi. quisieron asaltarlo, y como se resistió, pues… los paramédicos dijeron que iba muy grave.
comienzo a correr. cuatro cuadras parecen cuatro leguas. corro con las manos tapándome la cara.
me acerco al lugar donde lo hirieron – y donde mi amiga tiene su coche. algunos curiosos que se retiran de ahí me miran. al llegar a la bocacalle que da a la avenida, veo que alguien ha depositado flores y velas sobre un manchón de sangre.
03:56. la última madrugada del 2004 se despide con una sonrisa macabra. yo le digo adiós contenta de que se largue. cuánto me alivia abrir los ojos en mi cama.