agradezco que la noche sea una sábana tan larga
agradezco la mano que sujeta mi cuello con firmeza y las fauces que me inyectan vaho por la oreja
las espuelas que me clavas
el luto en el costado
esta piel que no deja de gotearme
el beso envenenado el golpe en la mejilla los sismos recurrentes
el ciclón
las pesadillas
el largo caminar a no sé dónde el suéter azul hecho jirones la lágrima caliente que baja a la rodilla
mi sangre ladrándole a mi vida
la sonrisa poblada de alfileres los gusanos comiendo de la herida la lengua látigo
el silencio a cambio de la entraña
mi puerta abierta al brujo al hombre del costal al viejo almavejero
este invierno terminal
el reloj que vive al lado y que me ataca
agradezco mis sueños niños famélicos sucios encuerados mi siempre último respiro todos los tristes escenarios su olor de ola arrebatada su olor de vértigo negado
agradezco la rama florida que aún crece desde mi vientre al cielo y la frágil manita autopodada y otra vez la ola que vuelve y que me salva y el hombro de aquella que va suturando mis fugas con hilos de dulce filigrana y el recuerdo de él que es mi amuleto y las caricias sembradas entre un millón de plantas y el pene erecto y el pene fláccido durmiendo indefenso sobre mi alma y la tortura de su paso en reversa hacia otra espalda y el exilio que vivo en esta casa en esta carne en esta yo que tanto quiere que me vaya y que a veces sin querer baja a buscarme en noches como esta en que se siente ya que no se pierde nada ni se gana o se gana el horizonte al despeñarse al aceptar el amor entre mi cuerpo y la barranca
agradezco la rata pariendo en la cocina las mordidas de mi madre la gangrena el pájaro suicida el dedo que me acusa que escupe que se entierra
agradezco incluso que me hayas colocado el corazón animal que nunca sana
vida, mis ojos van abriendo con tus fórceps
los harás desorbitar
ce
?