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IX

No halló en él sino horizontes. Sino ganas de quemar todas las lunas. De subirse al carrusel intersticial a la orilla de las horas. De orbitarle la cintura, de macerar su carne bajo el rítmico peso de su sombra.

Lo dejaba coserle entre las piernas mariposas, murmullos de cristal, ramos de espuma.

Él era todo mar, todo palabras, tecleando letras de coral para los peces más fecundos de su noche.

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