cantar demonios para enmudecer las venas
pisar esquirlas para amputarse del letargo
donarse al frío
al extravío
a la condena
abrir los párpados del miedo durmiendo entre las manos
iniciar el alud de fantasmas que atropella
que arranca los árboles heridos de la tierra
secarse al viento
al susurro crucial de la evidencia
teñirse los pétalos de invierno
de gotas de metal
hacerse a un lado
ceder el protagónico a la amnesia
para que explote el corazón por separado.