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en la madre.

soy de esas personas que bajo presión emocional pierden toda conexión con eso que algunos seres llaman inteligencia. quienes me conocen bien sabrán que entonces, dada mi situación actual, este año he sido una completa idiota, y en estos últimos días, un destacado ejemplo de pendejez.

hace un par de minutos, tras escribirle un mail lleno de dudas a mi amiga del alma, me dio mucha sed, quizás por el gran esfuerzo que hice al intentar inhalar con todo mi ser un aire de esperanza mientras tecleaba. yo sabía que aquí al lado de la computadora, en el piso, había dejado mi botella de a litro de cocacola. estiré la mano izquierda buscando a tientas el envase, mientras la derecha pulsaba el botón “enviar” de mi cuenta de correo. con la vista aún fija sobre la pantalla, di un tremendo trago.

el impulso de vomitar fue instantáneo, pero mi diafragma se paralizó al darme cuenta de que el contenido de la botella no era negro, como suponía, sino azul de un cielo intenso. el sabor que permanecía en mi boca y mis ojos a punto de desorbitarse me confirmaron lo que temí en cuestión de segundos: poett, suavidad de algodón, limpiador líquido multiusos, fragancia de larga duración.

inmediatamente busqué en la etiqueta la parte ésa en la que dice qué hacer en caso de estupidez. “ES DAÑINO SI SE INGIERE. en caso de ingestión accidental, beba suficiente agua o leche. no inducir al vómito y llame a su médico de inmediato”

no tengo dinero para ir al médico, y menos a la 1:15 de la madrugada. no tengo leche porque no la tomo, soy intolerante a la lactosa. no tengo agua purificada, así que tuve que ir a abrir la llave del lavamanos y beber de ahí. ahora no sé qué sea peor: haber dado un trago enorme a una botella de líquido limpiador o haber tomado agua proveniente del tinaco. tal vez muera. si no es por haber ingerido ese desinfectante, será enferma de cólera por beber agua no apta para el consumo humano. tal vez incluso sea esta misma noche, con la cabeza apoyada sobre mi almohada (o sobre el wc), pero eso sí, seré un cadàver con un aliento desinfectado, y delicado aroma a pompi de bebé.

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