Entró por la ventana. Sus dedos de gis, descalzos, caminaron mi nombre en duermevela.
Y me abrió al tránsito lumínico de estelas.
Y me dejé golpear por su aliento percutor a la distancia.
Él es el epicentro de todas mis urgencias.
Mi lengua cableada ingresa contraseñas, para amar su piel de código binario y avalancha.
(sigo esperando el cuerpo a cuerpo)