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XI

Puedes gritar, hacer que estallen rojos tus cristales bajo la noche abrumadora, manchar de ruido la blandura inútil de la alfombra, mientras entierro obscuridad entre tus piernas, mientras inyecto en tus bondades el dolor que escurre de mi sombra.

Dieciséis

Salimos de la carretera para dar vuelta “en u” a la derecha y pasar bajo el puente tras el cual comienza el caserío. Atravesamos un par de cuadras polvorientas,

nuestro tejido
de blandas cadenetas
torpes
agujas en reversa
en el aire
adentro
en el músculo
a la fuerza
revuelto el estambre
la madeja de venas

X

Él encontró indicios de color en su mirada, rastros antiguos de vida entre sus grietas.

Y la tomó por una de sus alas y le glaseó a calor de aliento cada vena.

Visitarla
Enhebrarle un párpado a la aguja de mis horas
Abrirle el otro con las uñas
Para encajarle mi sombra a su quejido

Vaciar su cuenca

– IV

Es humo seco

estática

llovizna

sótanos lentos

derrumbes

postemillas

Mi sexo

serpiente

es muñón

es cieno

es carroña

mi sexo

de escaras ambulantes

– III

Ves

es esta la espina más amable

es esta la penumbra que me canto

la convulsión más lenta

la garra opiácea

dulce

del espanto

Ves?

mis huesos se tropiezan

IX

No halló en él sino horizontes. Sino ganas de quemar todas las lunas. De subirse al carrusel intersticial a la orilla de las horas. De orbitarle la cintura, de macerar su carne bajo el rítmico peso de su sombra.
Lo dejaba coserle entre las piernas mariposas,

quise echarme una pestañita como a las 9:30 am, ya que el día anterior fue mi cumpleaños y me desvelé por ir al cine. pese al insomnio que he padecido en todo lo que va del año, dormí profundamente. me…

VIII

Y yo la inhalo escrita en el rojo de su estela.

Le palpo el ampuloso sueño. Le leo el astro dormido en la entrepierna.

Y ronronea.

Se confiesa al oído absolutorio

– I

En mis hombros de eco de tornados.

De mariposas fósiles.

En los aludes siderales de mis manos.

En mis ojos, Serpiente, en mis ojos de estrellas molidas y

VII

Redonda
brillante de llovizna

Hay notas de humo líquido lavándole las manos
mordiéndole las muertes
deshebrándole los pasos

Eva germina

Me voy a la cama. Cierro los ojos. Invoco a mi ángel de la guarda. No viene. Me levanto. Me pongo los lentes. Voy al refrigerador. Saco una bolsa de tamales. Meto uno de rajas con queso al microondas. Me…

no hay luz. decidimos trasladar la pequeña reunión al patio, bajo las nubes que hacen menos obscura la noche. greta se despide, y alex sale con ella

ahora lo que me falta es empezar a mutar.

hoy mientras me vestía descubrí algo enterrado hasta la mitad, en mi brazo derecho. me dejó una diminuta y

expresso -doble- en un vaso de unicel. cuatro cucharadas -soperas- de azúcar.

cómo me gusta quemarme los labios con café. sobre todo en tardes como ésta,

VI

Despierta.

Y no sabe qué ha sido de la flecha que avanzaba incendiando los sensores, ésa que le nació la noche hinchada de cometas, la noche licuada

¿no les digo? mis neuronas cada día están más desvencijadas. después de que en el lapso de una semana despertara de pronto con heridas,

mi vida es, contra mi voluntad, un escenario improvisado para una protagonista de un jackass sin televisar.

afortunadamente, mi tontería

que conste que si me muero, hoy sí sería de suicidio involuntario. lo escribo para que sepan que, por si acaso, en estos momentos voy a hacer una nota que diga: “no se me culpe de mi muerte” (en caso…

en la madre.

soy de esas personas que bajo presión emocional pierden toda conexión con eso que algunos seres llaman inteligencia. quienes me conocen bien

V

Ha comprendido que su verdadero nombre está muy lejos de ser ése que carga.

Eva metamorfosea, deja caer la máscara para lucir el boceto original, aquél que

IV

Media lata de cerveza
Treinta y seis marlboro mentolados
Bacardí blanco y cocacola
Vodka con mandarina
Tegretol hasta acabar media cajita

III

Le he dicho muchas veces que morirse tan seguido es dar a luz un camino infinito de hematomas. Que no hay Dios que ella se invente que le pueda regalar un universo plegable cada día, que el llanto suele ser…

II

No. No empezaré por el principio. Prefiero comenzar diciendo que hoy salió desnuda olisqueando los dolorosos 14 grados de la mañana nocturna.

Desnuda.

I

La he visto flotar sin piel, despegarse de su olvido y arrancarse con los labios hinchados de esperanza cada astilla, cada lanza enterrada en las curvas más

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